Por qué me comprometo a cuidar.
Ya casi tengo 70 años y mi familia ha necesitado mucho cuidado. Mi pariente vivía a 80 kilómetros de mí, pero me mantuve en contacto con ella durante cada etapa de su atención. Desde el nivel 2 hasta el 5, experimenté todos los altibajos de esta difícil etapa.
Fue una época llena de preocupación e incertidumbre: ¿Bebía lo suficiente? ¿Tomaba su medicación correctamente? ¿El personal de enfermería estaba disponible de forma fiable? Cada llamada, cada visita, iba acompañada de la pregunta de si realmente se encontraba bien. A menudo, sentía que no podía hacer lo suficiente debido a la distancia y el estrés.
Todo esto me ha demostrado lo difícil y, a la vez, lo valioso que es el trabajo de los cuidadores familiares. Ahora que me jubilo, tengo tiempo para aprovechar mis experiencias. He desarrollado un programa que apoya a los cuidadores familiares en sus tareas diarias, para que encuentren seguridad, alivio y sepan que no están solos.
Ayudar a los demás es un asunto que me interesa mucho porque sé por experiencia propia cuánta fuerza y amor se requieren para llevar a cabo esta tarea, y lo importante que es empoderar a quienes están ahí para sus seres queridos todos los días.